Gustavo Martín / Lorena Alemán
Sindy observa el dibujo con detenimiento. Una de sus compañeras ha pintado una mujer policía coronada de mariposas. No lo entiende, esta ocupación está rodeada de valores masculinos que nada tienen que ver con el colorido de estos insectos. Paty una cipota bastante coqueta, pero que no duda en descalzarse a la hora de jugar a pelota con el equipo masculino, crítica el parecer de su compañera. Para ella el arco iris y las mariposas representan el lado femenino de la mujer, del que no quiere olvidarse, independientemente de que sea una profesión de ley.
Estos comentarios genera un amplio debate entre los chigüines que observan detenidamente el Museo de la Ilusión, una iniciativa que se ha desarrollado durante dos cursos en el Centro Santa Mónica. El objetivo es encontrar una vía de comunicación a través de la expresión artística en la que los alumnos reflejen pintando sus ilusiones. Así, una pared se ha convertido en un Museo en el que plasmar metas. Ser bombero, busero (chófer de guagua), maestro, enfermera o policía son algunas de las profesiones con las que sueñan. Una vez que los cuadros fueron expuestos se generó una serie de actividades paralelas que reforzaron los valores personales, como la creación de Catalino, cuento ilustrado con estas obras maestras.
El Centro Santa Mónica se convirtió en una plataforma comunicativa. No faltó de nada; radio, prensa y televisión. Por un mes los alumnos se convirtieron en reporteros, y encontraron el medio para dar a conocer sus sueños. La interpretación, gracias a una obra de teatro surgida a raíz de la experiencia, también fue un campo a investigar. Los participantes vencieron su vergüenza y se pusieron sobre las tablas para compartir y repartir.
El catracho es de carácter introvertido y poco comunicativo. Por ello, esta experiencia fue de lo más novedosa. Muchos de los artistas expresaron, incluso se plantearon, por primera vez qué querían ser de mayores. En esta parte del mundo lo importante es sobrevivir cada día y los objetivos se plantean a corto plazo.
Villa Cristina es una colonia problemática de la capital hondureña donde conviven las maras con aquellos que intentan salir adelante humildemente. Realizar una simple actividad, como plasmar una emoción en el papel, puede convertirse en una tarea freudiana ya que su baja autoestima les acomoda, en la antesala del saber, por miedo a un sobre esfuerzo de un futuro incierto. Por ello, Doña Nicha, que les ofrece con afecto las reprimendas a sus travesuras, Glenda, Berta, Pamela, educadoras que se esfuerzan en hacerles creer en sí mismos y ayudarles con sus estudios, las Marías, quienes les preparan riquísima comida, y junto a Javier coordinador del proyecto, dirigen la batuta del cariño que les va convirtiendo, no en persona grandes si no en grandes personas.
Tras 60 días de trabajo y 2 años de arduos pensamientos, surgió un nuevo feriado “EL DÍA DE LA ILUSIÓN”, Madres, educadores, aleros (amigos) voluntarios, representantes de ACOES y El Buen Samaritano fueron testigos del trabajo, nacido de la ilusión de estos jóvenes artistas. Ataviados de disfraces confeccionados por ellos mismos se vistieron de gala para recibir a los invitados y agasajarles con el fruto de su esfuerzo.
Estas obras de arte fomentan el intercambio de valores, a través del conocimiento. Con su esfuerzo personal y con un poquito de ayuda , quien sabe si llegarán a materializarse.
Este día el estruendo de los voladores y las risas enmudecieron el sonido de las Balas, que quitan vidas, sueños e ilusiones.
Estos comentarios genera un amplio debate entre los chigüines que observan detenidamente el Museo de la Ilusión, una iniciativa que se ha desarrollado durante dos cursos en el Centro Santa Mónica. El objetivo es encontrar una vía de comunicación a través de la expresión artística en la que los alumnos reflejen pintando sus ilusiones. Así, una pared se ha convertido en un Museo en el que plasmar metas. Ser bombero, busero (chófer de guagua), maestro, enfermera o policía son algunas de las profesiones con las que sueñan. Una vez que los cuadros fueron expuestos se generó una serie de actividades paralelas que reforzaron los valores personales, como la creación de Catalino, cuento ilustrado con estas obras maestras.
El Centro Santa Mónica se convirtió en una plataforma comunicativa. No faltó de nada; radio, prensa y televisión. Por un mes los alumnos se convirtieron en reporteros, y encontraron el medio para dar a conocer sus sueños. La interpretación, gracias a una obra de teatro surgida a raíz de la experiencia, también fue un campo a investigar. Los participantes vencieron su vergüenza y se pusieron sobre las tablas para compartir y repartir.
El catracho es de carácter introvertido y poco comunicativo. Por ello, esta experiencia fue de lo más novedosa. Muchos de los artistas expresaron, incluso se plantearon, por primera vez qué querían ser de mayores. En esta parte del mundo lo importante es sobrevivir cada día y los objetivos se plantean a corto plazo.
Villa Cristina es una colonia problemática de la capital hondureña donde conviven las maras con aquellos que intentan salir adelante humildemente. Realizar una simple actividad, como plasmar una emoción en el papel, puede convertirse en una tarea freudiana ya que su baja autoestima les acomoda, en la antesala del saber, por miedo a un sobre esfuerzo de un futuro incierto. Por ello, Doña Nicha, que les ofrece con afecto las reprimendas a sus travesuras, Glenda, Berta, Pamela, educadoras que se esfuerzan en hacerles creer en sí mismos y ayudarles con sus estudios, las Marías, quienes les preparan riquísima comida, y junto a Javier coordinador del proyecto, dirigen la batuta del cariño que les va convirtiendo, no en persona grandes si no en grandes personas.
Tras 60 días de trabajo y 2 años de arduos pensamientos, surgió un nuevo feriado “EL DÍA DE LA ILUSIÓN”, Madres, educadores, aleros (amigos) voluntarios, representantes de ACOES y El Buen Samaritano fueron testigos del trabajo, nacido de la ilusión de estos jóvenes artistas. Ataviados de disfraces confeccionados por ellos mismos se vistieron de gala para recibir a los invitados y agasajarles con el fruto de su esfuerzo.
Estas obras de arte fomentan el intercambio de valores, a través del conocimiento. Con su esfuerzo personal y con un poquito de ayuda , quien sabe si llegarán a materializarse.
Este día el estruendo de los voladores y las risas enmudecieron el sonido de las Balas, que quitan vidas, sueños e ilusiones.
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